Ahora hay un principito en mi reino

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domingo, 10 de mayo de 2015

El amor de mis vidas I

Antiguo Egipto


Era mi deber proteger a mi hermanos, a todos ellos, al ser los hijos de un faraon, no eramos nada.
Sólo el mayor heredaría el trono y las mejores tierras. El resto, tendriamos que vivir bajo la sombra de nuestro hermano mayor y sus hijos.

Mi deber consistia en verificar que mis hermanos estuvieran sanos, psicológica y emocionalmente.
También tenia que cuidar su buen nombre y el de mi hermana.

No podía dejar, por ejemplo que mi hermano mayor frecuentase lupanares.
No, cuando vas a heredar el trono, las putas van a ti no tú a ellas.
Y claro debian ser elegidas con cuidado, de preferencia de buena cuna, virgenes, para asegurar la salud de mi hermano.

De mis hermanas sólo hubo una, de la cual no recuerdo nada, pero era mi deber atajar cualquier chisme noscivo. o en su defecto crear alguno conveniente.

Siendo mujer y además la menor, muchos dirian que era mala suerte, el mejor matrimonio seria de mi hermana.. sus hijos tendrian más lujos... pero yo no queria hijos, y siendo la menor, las posibilidadesd de elegir a mi propio esposo eran mayores, sólo bastaba que el hombre en cuestión estuviese de acuerdo, y a la altura de una bastarda del faraon.


Eventualmente, mi padre, el todo poderoso faraon, llevo a un niño a vivir con nosotros, era flaco y delicado, no soportaba el sol. lo que era rarisimo, teniendo en cuenta que sol es lo que más tenemos.
Su madre le dio los mejores cuidados que pudo.
Después reconocí la verdadera razón, por la que ese niño flaco y delicado se encontraba entre nosotros.
Era la viva imagen del faraon, tenia más parecido que el heredero. Otro bastardo como yo, un hermano, que no suponia nada más que otro fiel vasallo para nuestro hermano mayor.
Nuestro nuevo hermano era un secreto a voces, ya que suponia que su padre era un general. Pero el parecido con el faraon era demasiado obvio, demasiado deshonroso.
Nadie lo decia, todos lo sabiamos. Y pasó lo que no tenia que pasar.
Se enamoró de mi, en su inocencia, él era único que no sabia lo que era.
En otra situación, la bastarda del faraon y el menos de los 10 hijos de un general, no le habría importado a nadie, yo habría obtenido la bendición del faraon, al final mi padre me tenia respeto y nada perdía con concederme mi deseo.
Pero eramos hermanos y él no lo sabía.
En otros tiempos el faraon se casaba con sus hermanas, pero eso ya habia quedado atrás, ahora era un tabú.
Me quedé sin fuerzas para rechazarlo, me imaginé la vida sin él. Preparando su boda, tal como preparé la de mis hermanos, visitando a los bebés que tuvieran... y pensar que podrian ser mios... no era tolerable para mi.

Rompimos el tabú.


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