Ahora hay un principito en mi reino

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miércoles, 13 de mayo de 2015

El amor de mis vidas II

Sudamerica Época Colonial




Yo no sabía que me odiaba.


Yo era la persona que más odiaba en la vida.
Y aún así, accesedió a vivir conmigo.


Todo comenzó 10 años antes, cuando ella tenía 9 años y estaba enamorada de un niño flaco y delicado, de esos que no soportan el sol.
De alguna manera ella pensaba que era mejor que todos y todas en pueblo. Aún así era bastante lastimera. Como un perro herido de muerte: Sabes que se esta muriendo y aún así te gruñe y te enseña los dientes y a pesar de la agresión sientes lástima por la pobre bestia.

Este niño flaco, era de lo más distraido, pero divertido, como suelen ser los niños, sin complicaciones, la vida era jugar y reir, aun que hubiera que trabajar. Él era un oasis en un desierto.

De alguna manera se prometieron amor eterno, juramento de niños. Cuando el padre del niño, un general muy importante, tuvo que mudarse decidió llevarse a su familia. 
Ella, prometio esperarlo y cuando fueran grandes se casarian.
Él prometio ser un hombre importante y rico y volver por ella... al menos eso creyó la niña y no dudaba en hacerselo saber a todo mundo.

- "Cuándo el vuelva seré rica", "Cuando él regrese por mi seré una gran señora"

Pasaron los años, la joven se convirtió en una señorita, engreida y alegre, que gustaba de los bailes y las fiestas, y aún con ese aire de perro moribundo, supo fingir lo bastante para hacerse de varios amigos y pretendientes. Pero ninguno era de su agrado, siempre esperaba al joven hijo del general.

Hasta que un día llegó la noticia al pueblo: el hijo del general se casaba, justo ese día.

El corazón de la joven se rompió de tal manera, como si de un trozo de vidrio lanzado contra una pared se tratase. Todas sus ilusiones y esperanzas para el futuro se vieron destrozadas, él no regresaría, no se casaria con ella, no sería rica, ni una gran señora... se tendria que conformar, con alguién de ese pueblo, con algun hombre moderadamente aceptable. Muy en su dolor, se conformaria con alguien igual a ella.

El destino hizo que se cruzara con uno de sus muchos pretendientes, no era para nada guapo, tenia facciones más bien toscas, era un mestizo cualquiera, moreno, con los labios gruesos. Tan diferente de aquel niño, de facciones dulces, piel blanca, incapaz de resistir el sol, de labios finos, ojos castaños y una mujer despanpanante a su lado que no era ella. Porque claro, si la había cambiado por otra, ella tenia que ser toda una princesa europea.

Su pretendiente estaba sinceramente enamorado de ella, la saludó, ella lo tomó de la mano y le dijo 
-"vamonos"- él era sólo un mercader, que se consederaba feo, pero todo un caballero, sabiendo que algún día podría ofrecer algo mejor a la mujer que lo acommpañese. Cuando sintió la suavidad de la mano de su mano, en su mente se borró atisbo de duda y fue tras ella, a sabiendas que atravesaron el pueblo de la mano, delante de todos, con rumbo al descampado. 

La costumbre, establecia, que cuando el padre de la novia rechazaba a un pretentediente pero la jovén estaba de verdad enamorada. El novio llegaría a caballo,( prestado rentado o robado, no importaba, tenia que ser a caballo, para mostrar que al menos que el hombre tenia al menos resolución, hombria) y tomaba en vilo a su enamorada, en plena plaza, para que todos vieran que era él quien se la robaba, quien la reclamaba como suya y no volverian hasta la mañana siguiente, para arreglar la boda de manera oficial, ya que ante el pueblo habian pasado la noche juntos y debian casarse, de lo contrario la honorabilidad de la joven se veia mancillada, y no sólo ella sino de toda su familia, nadia tomaria por esposa a la hermana de una joven mancillada.

La causalidad, hizo que esta joven de corazón roto se encontrease con su prentendiente, en plena plaza, lo tomó de la mano y el mansamente fue detras de ella, ante las risas de algunos en le pueblo y el horror de algunos otros, ya que la visión era de una mujer "robandose" a un hombre y además a pie.

Nadie sabe si ambos eran concientes del espectaculo que dieron esa tarde. Pero la madre, y las hermanas de la joven trataron de encontrarla hasta que el sol se ocultó. Tratando de evitar el matrimonio subsecuente de ese berrinche. El padre, no movió un dedo, con la resolución de casarlos o matarlos a los dos, pues de ninguna manera dejaría que el honor de su familia desapareciera en una sola noche y mucho menos que el destino de sus otras hijas se viera comprometido.

El afortunado mercader no podia creer su suerte, la mujer que él había elegido, al parecer, lo habia elegido también, aunque le hubiera gustado seguir la tradición de primero ser rechazado por el padre de la novia y después "robarse" a la joven, a caballo. En vez de verse a él mismo robado por una joven menor que él. Ahí ya se veia quien mandaba en esa relación que en su mente acababa de florecer.

Ella por su parte, lo único en que pensaba era la boda que se realizaba en ese instante, en su mente veia en tiempo real cada evento de la gran boda. Desde la novia que salía de su casa




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